
Un compromiso claro por poner menos “músculo”, menos “fuerza bruta” en la consola, a cambio de innovar de manera mucho más agresiva en aquello que el cliente tiene en su mano siempre que juega: el control. Juegos más simples, entretenimiento más accesible, versus la fidelidad gráfica y realismo fotográfico basadas en un derroche de procesador y memoria.
Las capacidades gráficas de la Wii son, en realidad, muy parecidas a las de su antecesora, la GameCube. Es en el mando, un prodigio de sensores multitecnología, en donde se sitúa la verdadera innovación.
Los resultados no pueden haber sido mejores: sólo en el mercado norteamericano, la Wii, con un precio de $250 ha vendido más de 360.000 unidades sólo en el mes de Abril, frente a las distantes 82.000 de la PlayStation 3, con un precio de unos $600. En todo el mundo, se han superado ya los seis millones de unidades, poniendo a Nintendo ante un verdadero reto de producción y logística.
Los resultados no pueden haber sido mejores: sólo en el mercado norteamericano, la Wii, con un precio de $250 ha vendido más de 360.000 unidades sólo en el mes de Abril, frente a las distantes 82.000 de la PlayStation 3, con un precio de unos $600. En todo el mundo, se han superado ya los seis millones de unidades, poniendo a Nintendo ante un verdadero reto de producción y logística.
Unos resultados impresionantes, basados en una estrategia de redefinición de objetivos muy bien pensada: Nintendo crea su propio nicho, lo separa del serious gamer de juegos basados en escenarios hiperrealistas, pero lo dota del atractivo control de Wii.
Al final, como dice un artículo de Wired, la guerra de las consolas no la gana el más fuerte, sino el que mejor sabe encontrar y explotar su nicho. Puro darwinismo competitivo y, sin duda, un acierto estratégico.
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